Civilización y Barbarie en 450 Palabtras

La literatura argentina tiene sus raíces en la confrontación entre el campo y la ciudad y su correlato ideológico: la civilización y la barbarie. Podemos tomar como ejemplos El Matadero, Facundo y Martín Fierro, textos fundacionales que marcaron las claras posturas de sus autores en torno a esta problemática.
En primer orden, Esteban Echeverría, nos sitúa en el Matadero de la Convalecencia, desde allí –con mirada europeizante- observa la barbarie imperante en el lugar. Los federales con su mazorca, su cohorte de "negras achuradoras" y matarifes salvajes representan la barbarie en estado puro. Pero, ante la aparición de un "unitario" (símbolo de civilización) el impulsor del Salón Literario de 1837 deja en claro que el grave problema es que esta barbarie se impulsa desde el poder: el juez (que representa a Rosas) es el aval oficial de los atropellos. De esta manera queda en claro la gravedad de la situación que tiene "su foco en el matadero”, "metáfora del país" nuestro cuento fundacional.
El eje del análisis de la realidad decimonónica del “padre del aula”, Domingo Sarmiento, es el conflicto entre civilización y barbarie. El ex presidente trata de analizar la cuestión con objetividad pero no puede hacerlo, sus ojos son los del civilizado que se siente agredido por los bárbaros federales, los del que reclamando “las ideas no se matan” debió dejar el país para encender su pluma desde la prensa libre de Chile. Sarmiento describe al caudillo como la mayor amenaza del impulso civilizador, éste personaje (encarnado en Facundo) es su rival a vencer aunque más no sea desde el formato ensayístico y sobre él disparará sus dardos y una predicción nefasta: todo está determinado por el paisaje que nos rodea.
Finalmente, José Hernández ofrece un punto de vista completamente distinto a los casos anteriores y corre al gaucho del espacio bárbaro pero lo traslada sólo hasta la frontera. Desde los ojos y el sentir de su gaucho, Martín Fierro, Hernández nos muestra las consecuencias que padecen los que son víctimas de la confrontación entre el campo y la ciudad. Mestizos, sin pertenencia, sin tierra ni destino tratan de erigirse en alternativa totalizadora que busque la complementariedad en vez de la antinomia.  Fierro, padecerá a manos de unos y otros, de civilizados y bárbaros y a través de su superación tratará de sobreponerse a la frontera a la que está marginado.
Hemos visto cómo de diferente modo, la confrontación entre la civilización y la barbarie (el campo y la ciudad) es el eje de nuestra literatura en su era fundacional. Esta antinomia la hemos sostenido a través de todo este tiempo. Probablemente sea el momento de parir la unidad en vez de la división educándonos con este fin.